Martín Landaluce, un joven talento del tenis nacido en Madrid, ha irrumpido con fuerza en la escena internacional. A sus 16 años, ya ha demostrado que su potencial es enorme tras proclamarse campeón del US Open júnior y debutar como profesional. Su trayectoria recuerda inevitablemente a la de Carlos Alcaraz, aunque aún es pronto para comparaciones.

El tenis corre por sus venas. Creció en una familia apasionada por este deporte, con su padre y hermanos inmersos en la disciplina. Desde que tomó una raqueta por primera vez, su progresión ha sido notable. Aunque sigue considerando el tenis como un pasatiempo, los resultados hablan por sí solos: en 2022 conquistó seis títulos en el circuito sub-18, alcanzó las semifinales de Wimbledon y ganó el US Open júnior.

El martes pasado marcó un nuevo hito en su carrera con su debut como profesional. Este fin de semana disputará su primer torneo ATP en Gijón, un paso importante en su crecimiento como deportista. Sin embargo, su entrenador, Óscar Burrieza, aboga por un desarrollo progresivo sin precipitarse: «Creemos mucho en el proceso, tanto a nivel físico como técnico y mental. Respetar los tiempos es fundamental».

Burrieza empezó a trabajar con Landaluce hace dos años, tras el parón por la pandemia. Recibió una llamada de Alejandro, el padre del tenista, para unirse a su preparación en la Federación Madrileña de Tenis. Desde el primer momento, vio el potencial del joven madrileño y se propuso acompañarlo en su crecimiento.

«Mi primer objetivo era no estropearlo», comenta con humor Burrieza. Landaluce ya había recibido una sólida formación en la Federación y en el Club de Tenis Chamartín. Además, entrenaba con sus hermanos mayores, quienes actualmente estudian becados en Estados Unidos.

Según su entrenador, Martín destaca por su madurez, responsabilidad y carácter extrovertido. «Es un chico inteligente, con una gran predisposición al trabajo. Su educación y valores son impecables», afirma. En la pista, su estilo de juego es valiente y agresivo. Le gusta llevar la iniciativa en los puntos y ha experimentado una notable evolución en su golpe de derecha y movilidad. Además, su condición física es un punto a su favor: mide 1,91 metros y tiene una presencia imponente.

Su victoria en el US Open júnior fue un claro ejemplo de su capacidad de crecimiento dentro del torneo. «Empezó nervioso, pero fue ganando confianza y terminó jugando a un gran nivel. Todo su equipo trabajó en brindarle la tranquilidad necesaria para afrontar los partidos», señala Burrieza.

Humildad ante todo

A pesar de los éxitos recientes y el reconocimiento creciente, en su entorno insisten en mantener los pies en la tierra. La palabra «humildad» se repite constantemente cuando se habla de él. «Su familia hace un gran trabajo para que no pierda el enfoque y continúe con una mentalidad equilibrada», explica su entrenador.

La comparación con Alcaraz es inevitable, pero también prematura. Aunque ambos han sido campeones del US Open júnior y tienen trayectorias prometedoras, Landaluce apenas está comenzando su andadura en el tenis profesional. Además de ser una joven promesa del deporte, sigue siendo un estudiante con un futuro por definir. La gran pregunta es si decidirá dedicarse al tenis a tiempo completo o continuar su formación académica.

Por ahora, su objetivo es aprender y crecer en el circuito profesional sin prisa, con la confianza de que su talento y esfuerzo lo llevarán lejos.